domingo, 26 de marzo de 2017

El Desarrollo Sostenible en posición de Post-conflicto.

Colombia, como lo han dicho mil y un documentos científicos, se reconoce por ser uno de los países más biodiversos a nivel mundial, ocupando el tercer lugar en diversidad vegetal y el segundo lugar en diversidad de avifauna. Una de las muestras más recientes sobre tal riqueza de la que gozamos se resume en el documental “Colombia, magia salvaje” estrenada en 2015 y dirigida por Mike Slee, de origen Británico. Pero lo cierto es que la realidad del país está a universos de distancia de lo que muestra la cinta, empezando porque, en mi opinión, no hay peor error que venderle la idea al mundo de que estamos llenos de paisajes sin gente, que el agua más pura, el suelo más rico y las especies más hermosas están allí afuera, lejos de cualquier indicio de humanidad.

¿Cuál es entonces la verdadera realidad de los recursos naturales? Uno de los principales factores que amenaza el desarrollo forestal sostenible y del país en general, es el conflicto armado y las secuelas que se han derivado de él. Respecto al tema, la agenda de negociación discutida en La Habana, que logró dividir al país casi a la mitad en el plebiscito, si bien da una pincelada de gestión que solucionaría los problemas de minería ilegal, cultivos ilícitos, deforestación, tráfico ilegal y minado, generan nuevas incertidumbres respecto a la explotación de los recursos.

Es muy importante considerar que el cese del conflicto abriría un camino al desarrollo, pero también dejaría libre el paso para que algunos sitios que antes no se utilizaban sean el nuevo foco de extracción en los sistemas de comercialización de productos. No es que no se deba aprovechar nada, pero es necesario regular muy bien el uso de estas áreas con el fin de evitar la sobre-explotación de recursos.

Es claro que el postconflicto que precisa la situación actual compromete un complejo cambio, en donde las acciones gubernamentales deben enfocarse en atenuar la inequidad social en términos de oportunidades mediante inversión social y, en ese sentido, la  disminución de la pobreza debe significar uno de los objetivos prioritarios para lograr el desarrollo humano y la paz. Sin embargo, sería desacertado pensar que la transformación del país está en manos de los políticos y que tendremos el placer de observarla desde la sala de nuestra casa, es necesario que cada colombiano genere un cambio propio, uno que sume a un aporte colectivo.


Dicho todo lo anterior, no es posible asegurar que si los grupos armados al margen de la ley y El Estado colombiano llegan a un acuerdo, este erradicará la pobreza y el desempleo en el sector rural ya que dentro de las acciones de cambio se incluye la política, los modelos económicos dominantes, la educación, la integración de la sociedad como agente de participación, el cambio climático, la globalización, entre otros muchos factores, y son muchos los que entran en juego alrededor de esta situación, pero si es claro que si se logra la paz, el país podrá atravesar por fin el gran muro de involución que desde hace más de 50 años lo ha frenado y será posible un camino más amplio para el tan anhelado desarrollo.


Laura Melissa Meneses Marroquín.
Estudiante de  Ingeniería Forestal
Hija del Zipa

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