lunes, 3 de octubre de 2016

DEL PLEBISCITO Y OTROS DEMONIOS


Si bien la coyuntura de nuestro país ha enmarcado nuestros días en discusiones entre el Sí y el No, es pertinente hacer una reflexión fuera de la información que bombardea nuestras redes sociales  y nuestros televisores, detengámonos  un momento para dar cabida a entender  conceptos básicos que como ciudadanos debemos  conocer.

La preocupación central de una “democracia auténtica” consiste en garantizar que todos los miembros de la sociedad tengan una posibilidad real e igual de participar en las decisiones colectivas. Así, cuando nuestra Constitución establece desde su primer artículo que Colombia es una República democrática y participativa, está asumiendo el reto y el compromiso de promover la participación ciudadana en todos los espacios de la vida social.

Así mismo los mecanismos de participación establecidos en la Constitución del 91, aseguran el derecho de poner en práctica la suscripción del pueblo, con el objetivo de brindar garantías y beneficios para que los colombianos  podamos incidir en cambios dentro de los sistemas legislativo, ejecutivo y judicial.

De ahí entonces la situación de convocar un plebiscito para refrendar los acuerdos de paz que se firmaron en La Habana, sin embargo en el artículo 374 de la Constitución Política se estipula que la misma, podrá ser reformada por el Congreso, por una Asamblea Constituyente o por el pueblo mediante referendo. Situación que puso en Jaque la aceptación de muchos a dicho documento al no contemplar el plebiscito dentro del artículo.

A final de cuentas todo el mundo andaba confundido, ni siquiera la gente conocía la definición de plebiscito, pero eso sí, todos tenían algo que decir de él. Se tornó una guerra campal entre el Si y el No, los amigos, las familias y los compañeros de trabajo tuvieron discusiones acaloradas que aún después de haber ganado el No, siguen vigentes.

Ahora, solo nos queda seguir en la labor de construir esa paz tan anhelada y pensar que el 50.2% que dijo No, posiblemente no está apoyando la guerra, sino que dicho porcentaje corresponde al descontento social y a la afinidad que sienten nuestros compatriotas  por ciertos líderes políticos.

Esperemos entonces que tengamos una nueva oportunidad de hacer las cosas mejor y que la ciudadanía haga la tarea de informarse, de involucrarse desde la construcción y no desde la promoción del odio, la venganza y la violencia como se vio por estos días.  





Escrita por: Lina Paola Téllez Eslava, Politóloga e Internacionalista (U. Militar), “Hijos del Zipa”.


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